
Genealogía, proveniente del Griego “genea” – generación y “logos” – razonamiento, es el estudio de la historia familiar, sus miembros y el parentesco entre ellos. Este estudio comenzó durante la Edad Media con el solo objetivo de registrar el lineaje directo de descendencia de reyes, gobernantes y nobles, y así probar un legítimo reclamo de tierra, riqueza y poder. La historia familiar contemporánea difiere de posturas anteriores en que modernos genealogistas buscan ampliar el entendimiento y conocimientos de sus ancestros y no solo registrar información relacionada a su nacimiento, matrimonio y muerte. Aquellos que aman la genealogía afirman que cada familia tiene un historiador que voluntariamente registra datos importantes y mantiene su conexión con el pasado. En mi familia la historiadora soy yo.
Desde muy temprana edad recuerdo las conversaciones de mi padre acerca de la historia de sus ancestros. Él solía contarme a mí, y a todo aquel que mostrara el minimo interes en el tema, como sus bisabuelos emigraron de Milán, Italia hacia México a finales de los años 1800’s. En nuestra casa, dentro de un antiguo librero con puertas de cristal y bajo llave, en un compartimiento separado de los demás, se encontraba uno de los tesoros más apreciados por mi padre. Este era un libro de edición limitada titulado “Italianos en México” y una de las pocas copias en el pueblo, si no es que la única, donde el autor el Presbítero José Benigno Zilli Manica narra la travesía de esas familias Italianas que emigraron a México. En uno de los capítulos, se puede encontrar una lista con algunos nombres de las familias que fundaron la colonia “Carlos Pacheco” en Mazatepec, Puebla a la cual emigraron mis antepasados. Esta lista incluye el nombre de mi tatarabuelo Giovanni Battista Borzani y su familia, una prueba importante de que la historia contada por mi padre era verídica.

Mi abuela paterna murió cuando yo tenía 4 años. Su tocador, un hermoso y rústico mueble antiguo con 6 cajones y un espejo de curvatura francesa, fue movido a mi habitación. Recuerdo el momento en el que, al explorar uno de los cajones, encontré una pequeña caja de cartón llena de fotografías antiguas. Nadie mostró interés por las fotos, por lo que se me permitió conservarlas. No sé la razón por la que una niña de 4 años guardaría fotos con rostros y lugares desconocidos, pero yo lo hice. Pienso que ese es el primer momento en que mi curiosidad como historiadora familiar se manifestó. Recuerdo cómo de vez en cuando solía mirar las fotografías tratando de encontrar rasgos familiares en esos rostros desconocidos, pero mi mente no era todavía lo suficientemente madura para armar el rompecabezas de nuestra genealogía.
Crecí en un pueblo pequeño rodeada de mucha gente a la que mi padre me decía llamarles tías, tíos y primos. Era muy difícil entender el parentesco familiar con tantas personas, pero nunca lo cuestioné. Diez años tuvieron que pasar para que desarrollara el interés de comenzar a hacer preguntas. Así que a los 14 años, compré una pequeña libreta y me dirigí a la casa de una de mis tías conocedoras del tema familiar; su nombre era Alícia Lemini Rigo. Ella, muy emocionada de compartir su conocimiento y memorias sobre la familia, me dictó muchos nombres que nunca había escuchado y que no se encontraban en el libro resguardado por mi padre; juntas hicimos mi primer árbol genealógico. Esa libreta fue el comienzo de mi investigación y aún sigue siendo la base de mi búsqueda.

Durante la adolescencia me olvidé del tema y pronto llegaron los días de la universidad. De vez en cuando encontraba alguna pista, pero los años pasaron muy rápido. Mis familiares de mayor edad comenzaron a morir llevándose con ellos una pieza del rompecabezas. Por muchos años no me fue posible hacer ningún progreso, la investigación no era fácil y la gran mayoría de mis familiares no parecían interesados en el tema.
Cuando me mudé a los Estados Unidos consideré la investigación abandonada; tan lejos de mi hogar cómo podría continuar con mi búsqueda? En el 2010 mi papá murió, y sentí que le debía a su memoria y amor a la familia continuar con el proyecto. En ese momento, sitios de internet como Ancestry y Family Search comenzaron a tener gran variedad de documentos familiares disponibles para la búsqueda. De esta manera pude continuar desde donde me encontrara.
Recientemente encontré una frase que dice “Quién contará tu historia cuando te hayas ido? Espero que alguien en futuras generaciones tenga interés en la historia familiar, continúe y expanda la información que deje cuando me haya ido. En este momento tengo 40 años y puedo hablar sobre mis ancestros por horas como lo hacía mi padre. La genealogía es mi más grande obsesión, por lo que continuaré buscando información, tratando de recordar y honrar a aquellos que vinieron antes que yo.
Te gustaria contar la historia de tu familia? Si eres el/la historiador(a) de tu familia o simplemente te gusta la historia familiar y tienes interes de participar en el blog, por favor deja tu comentario o mandame un mensaje a coloniacarlospacheco@gmail.com
Hola. Me encanta lo que haces. Felicidades y gracias por ser historiadora de las familias. Soy hija de Gero Moroni Borzani.
Nieta de José José Moroni Paternoster y Sara Borzani Guzman.
Hola Maria, muchas gracias por tu comentario 🙂